miércoles, 11 de abril de 2012

POLACOS, ¡CAPTURADME ESOS CAÑONES!

Muchos de los lectores de este artículo habrán pasado alguna vez por el Puerto de Somosierra, que con sus 1.404 metros de altura separa las provincias de Segovia y Madrid. Hasta la construcción del túnel, había que circular por la carretera que discurre por la cima, en la que hay situada una pequeña ermita que seguramente para casi todos los viajeros haya pasado desapercibida. Pero para los que hayan reparado en el detalle, se habrán fijado que dicha ermita tiene colocada una placa  escrita en polaco y español, que reza: “A LOS HÉROES POLACOS DE LA BATALLA DE SOMOSIERRA DEL 30 DE NOVIEMBRE DE 1808. REPÚBLICA DE POLONIA 1993”.



Ermita de la Soledad.

Efectivamente, el 30 de noviembre de 1808 tuvo lugar en este puerto de montaña uno de los hechos destacados y a la vez desconocidos de la Guerra de la Independencia Española, en el que se enfrentaron las tropas francesas al mando del mismísimo emperador Napoleón Bonaparte, que avanzaban hacia Madrid, con las tropas españolas mandadas por el general Benito San Juan. Los españoles contaban con más de 8.000 soldados distribuidos a lo largo del paso de Somosierra, así como 22 piezas de artillería, ubicadas en cuatro emplazamientos a distintos niveles en los últimos 4 kilómetros de acceso al puerto, siendo la última y más numerosa, con 10 piezas, la establecida en la cima, junto a la ermita de la Soledad.

El día 30 de noviembre amaneció con una densa niebla, y Napoleón ordenó avanzar a la infantería, que fue masacrada por la artillería española, muy bien situada y con mayor alcance que las piezas francesas. Pero las posiciones artilleras españolas tenían una carencia que influiría en el desenlace final de la batalla, y era que no estaban protegidas por obras, parapetos ni ningún tipo de obstáculo que dificultara un avance directo hacia ellas.

Napoleón se dio cuenta del detalle y en un momento dado ordenó a la Caballería Ligera Polaca que neutralizaran a las piezas de artillería. "Polacos, ¡capturadme esos cañones!”, dijo y 216 jinetes de élite iniciaron la carga contra las posiciones españolas, salvando un desnivel de más de 200 metros, sin detenerse ante las descargas de artillería, saltando sobre los cadáveres de los caballos y jinetes que caían, con sus afilados sables desenfundados para abatir a los defensores españoles.


Escenario de la Batalla de Somosierra.


Una tras otra, las posiciones artilleras fuero tomadas por la caballería polaca y luego aseguradas por la infantería, y sólo 38 jinetes de los que iniciaron la carga alcanzaron la cuarta posición artillera, en la cima del puerto, llegando rápidamente las fuerzas de infantería en su apoyo y asegurando la posición.

Esta carga se considera el mayor éxito de la caballería polaca de todos los tiempos, destacando especialmente la labor del teniente Niegolewski, que encabezaba las tropas que conquistaron la cima del puerto, donde le derribaron el caballo, quedando atrapado bajo él, recibiendo dos disparos y siete bayonetazos, siendo condecorado con la Legión de Honor unos meses después; aunque la tradición cuenta que un ayudante del emperador, se acercó al oficial yacente y le dijo: “Joven, el Emperador ha visto su hazaña y le concede la Legión de Honor”, incluso otra de las versiones dice, de forma mucho más emotiva, que el propio Napoleón Bonaparte se acercó hasta el herido y quitándose su Legión de Honor, se la entregó al héroe polaco. Pero el reconocimiento del emperador a los valientes jinetes no terminó allí, sino que se cuenta que al día siguiente les hizo formar y, descubriéndose ante ellos, les dijo: “Os reconozco como la caballería más valiente del mundo, desde hoy formaréis parte de mi guardia”.

Muchos factores influyeron en el éxito de esta aventurada carga de caballería, siendo fundamentales, tal como hemos recogido anteriormente, la falta de protección de las baterías españolas, la densa niebla y, sobre todo, la velocidad y arrojo de los jinetes polacos. De hecho, en ningún episodio bélico posterior una carga de caballería ha finalizado de forma exitosa.

2 comentarios:

  1. Si es que nunca hay que menospreciar al enemigo... Cara fue esa victoria si de 216 jinetes sólo 38 sobrevivieron ilesos... pero así son los éxitos en la guerra.

    Gracias Juan por darme a conocer esta gesta ;-)

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    Respuestas
    1. Gracias a tí, Mari, por leer mis artículos, y si algún día pasas por el Puerto de Somosierra, detente un momento y visita la ermita (en la que, además de la placa, tienen ilustraciones y objetos relacionados con la batalla.
      Yo creo que siempre son caras las victorias en las guerras, que mejor es que no se produzcan.
      Pero por otra parte debemos recordar que los jinetes polacos eran soldados profesionales y, por tanto, habían elegido voluntariamente exponerse al enemigo.
      Lo que es absolutamente despreciable es la actitud del General Cuesta en la Batalla de Talavera, cuando ordenó diezmar a las tropas no profesionaoles que retrocedieron ante el enemigo francés. Y encima le premian a dicho militar dedicándole una calle en la Ciudad de la Cerámica.

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