¿Existió
en la realidad la Atlántida en el sur de la península ibérica o es producto de
la imaginación de algunos autores de la antigüedad?. De existir, ¿tuvo alguna
vinculación con Tartessos?.
La primera referencia sobre la
Atlántida nos la proporcionó Platón en textos de sus diálogos el Timeo y el Critias.
En ellos, Critias, discípulo de Sócrates,
cuenta una historia que de niño escuchó de su abuelo y que éste, a su vez, supo
de Solón, el venerado legislador ateniense, a
quien se la habían contado sacerdotes egipcios. La
historia se remonta en el tiempo
a nueve mil años antes de la época de Solón y narra cómo los atenienses detuvieron
el avance del imperio de los atlantes, belicosos habitantes de una gran isla
llamada Atlántida, situada más allá de las Columnas de Hércules y que, al poco
tiempo de la victoria ateniense, desapareció en el mar a causa de un violento
terremoto y de un gran diluvio, cuando los dioses decidieron castigar a los
atlantes por su soberbia.
Los datos históricos nos dicen que la última gran glaciación
comenzó hace unos 40.000 años y se prolongó hasta hace unos 11.000 años, en que
comenzó el deshielo y con él, se sucedieron grandes inundaciones, llegando a
subir el nivel del mar casi cien metros. Platón, sin conocer esos datos fechó
la desaparición de la Atlántida bajo el agua sobre esas fechas.
El escritor inglés Murry Hope, que gozaba de portentosas facultades
psíquicas que asombraron a los científicos de su época, insistió en sus libros
que la civilización minoica nació de la enseñanza de los atlantes que
colonizaron el Egeo; así como que Tartessos era una colonia de la Atlántida,
cuando no parte integrante de ella como postreros sucesores.
Esta conexión entre la Atlántida y
Tartessos viene reforzada por el mito de las Columnas de Hércules (mencionadas
por Platón en sus diálogos), situadas en el estrecho de Gibraltar y que señalaban el límite del mundo
conocido, la última frontera para los antiguos navegantes del Mediterráneo. Bajo el lema Non terrae plus ultra
los romanos asignaban el confín del continente,
que si bien se asoció a Finisterre, también simbolizaba el
estrecho de Gibraltar. Si esas columnas existieron no se ha podido demostrar,
pero lo cierto es que están incorporadas al escudo de España y a algunos
escudos regionales.
La leyenda de las columnas enlaza
directamente con la existencia del reino de Tartessos, cuyo primer rey
mitológico fue Gerión fue hijo de Crisaor y de
Callirhöe. Crisaor, el caballero de la falcata de oro, tiene un curioso origen.
Cuando Perseo cortó con su hoz la cabeza a la Medusa, nacieron de ella Crisaor
y Pegaso, ni más ni menos. El linaje de la madre tampoco desmerecía. Callirhöe,
la doncella de la cabellera flotante, era hija del titán Océano. Gerión saltó a
la fama gracias a sus toros. Hércules, el héroe, recibió el trabajo de robar
los toros a Gerión y llevarlos hasta Micenas. Para ello tuvo que traspasar las
columnas tartésicas que separaban el Mediterráneo del Atlántico —el actual
Estrecho de Gibraltar— y llegar hasta la isla en la que pastaban los toros,
venciendo al oleaje que el dios Océano le organizó para dificultar su misión y
ayudar así a su nieto Gerión. Pero todo fue inútil. Hércules mató a todo el que
se le puso por delante, y logró finalmente robar los toros, tras atravesar con
su lanza los tres cuerpos de Gerión, causándole la muerte.
La existencia de la Civilización de
Tartessos está perfectamente documentada, lo que no es seguro que existiera una
ciudad llamada Tartessos y no ha sido hallada ninguna que pueda ser
identificada como tal. Uno de los
principales yacimientos que nos quedan de aquella civilización es Cancho Roano,
situado en Zalamea de la Serena,
un complejo monumental orientado hacia el sol naciente del que se desconoce si
era palacio, mercado, lugar de culto o santuario funerario o incluso se trataba
de un gran complejo que cumplía diferentes funciones. Lo que si se conoce es
que fue construido sobre el siglo VI a.C., desapareciendo a finales del siglo V
a.C.
Su estructura evidencia la influencia oriental sobre
Tartessos: patio delantero con torres en las alas de tipo migdal, escalera lateral, sala
transversal, habitaciones con cámara y antecámara, espacio central, almacenes,
segunda planta destinada a almacén y vivienda, trazado geométrico, uso de
adobe, pseudoortostatos y, muy probablemente, cubierta aterrazada. Estas
fórmulas arquitectónicas parecen derivar de los palacios norsirios de inicios
del I milenio a. C.
Espacio sagrado dentro del yacimiento tartésico de Cancho Roano. |
Supongo que este artículo no os
habrá resulto las dudas, pero espero que al menos haya despertado vuestra
imaginación y que por unos minutos vuestra mente haya volado hasta la
protohistoria peninsular.
Si queréis ahondar más en el mito de la Atlantida y su
relación con Tartessos os recomiendo la novela El librero de la Atlántida,
de Manuel Pimentel, un apasionante relato que hay que leer por dos
razones fundamentales: porque enlaza de forma magistral el episodio de la
destrucción de la Atlántida con varias historias paralelas en el mundo actual, y
porque su autor fue Ministro de Trabajo y Asuntos Sociales desde el 18 de enero de 1999 hasta el 19 de febrero de 2000, dimitiendo de su cargo, siendo alabada su labor
tanto por sindicatos como empresarios, que lamentaron esa dimisión. Posteriormente,
el 23 de marzo de 2003 anunció en un artículo periodístico su abandono de la
cúpula del Partido Popular, debido a las discrepancias con la dirección del
partido por la decisión de participar en la guerra de Irak. Tras su abandono de la política creó dos
editoriales y escribió varias obras, tanto novelas como relatos y ensayos, lo
que demuestra que algunos saben poner por delante lo verdaderamente importante
y personas así merecen ser leídas.
Impresionante entrada!!! No sé si habrá existido la Atlántida pero después de leer tu blog espero que sí, que algún día se descubran sus restos y que nos deleites con otra publicación sobre esa incierta, soñada y buscada isla. Enhorabuena!!!
ResponderEliminarSi se descubrieran los restos de esa civilización no tardaría en visitarlos (ya me las apañaría para que la visita fuera "by the face"). Fíjate lo que son las casualidades, que ayer o anteayer vi un documental en La 2 sobre Cancho Roano, en el que salían también los objetos encontrados en el yacimiento y conservados en el Museo Arqueológico de Badajoz. Si fuéramos supersticiosos, se trataría sin duda de una buena señal.
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