sábado, 11 de febrero de 2012

ASTRONOMÍA PARA PRINCIPIANTES

En esta entrada del blog os voy a hablar de cómo se puede iniciar una persona en la afición a la Astronomía, es decir a la observación de los astros y de sus movimientos, y de los increíbles resultados que se pueden obtener en este campo con unos medios materiales y costes mínimos.

En mi caso, la curiosidad por observar los astros se inició sobre los quince años, cuando provisto de unos prismáticos, las fotocopias de una carta estelar y una pequeña linterna con un filtro de color rojo pasé muchas horas observando el cielo nocturno talaverano. Años después pasé a observar el cielo toledano con un pequeño telescopio y apoyado con el programa informático “Cartes du Ciel”, consiguiendo mejorar notablemente los resultados de mis observaciones.

Voy a explicar brevemente algo sobre los telescopios. El primero del que tenemos noticia lo construyó en 1609 Galileo y era te tipo refractor, es decir, en el cual la luz entra por un extremo, se “refracta” en una lente convergente que concentra los rayos en un punto en el que un objetivo, dónde había colocada una lente divergente. Posteriormente este telescopio fue perfeccionado por Kepler, que sustituyó la lente divergente del objetivo por otra convergente, con lo que consiguió más campo de visión, pero con las imágenes invertidas.

El otro tipo de telescopio es el reflector, construido por primera vez de forma satisfactoria por Newton en 1670, que colocó un espejo cóncavo en lugar de una lente objetivo para recoger la luz y llevarla al foco.

Toda la información práctica que voy a adjuntar a continuación sobre el estudio de objetos celestes, se basa en las observaciones que yo he realizado con mi telescopio refractor de montaje acimutal, con una abertura de 60 mm. y una distancia focal de 700 mm; que me costó 12.000 pts. en una tienda de juguetes. Telescopios similares a éste, e incluso mejores, se pueden conseguir hoy en día por menos de 100 €.


Mi pequeño gran telescopio

EL SOL: Es la estrella más próxima a la Tierra, con un diámetro 109 veces mayor que el de nuestro planeta, estando separados de él por 150 millones de kilómetros. La primera regla y más importante para observar el Sol es que no se puede nunca mirar directamente, ya que nos produciría daños irreparables en los ojos. La mejor forma de observarlo es enfocando el telescopio hacia él y proyectar su imagen sobre una cartulina blanca. De esta forma podemos observar claramente las manchas solares. La cantidad de estas manchas es variable, con un máximo cada 11 años, y si se miran diariamente nos daremos cuenta de que cambian de posición, debido a que el Sol gira sobre su eje, dando una vuelta cada 27 días. También podemos observar los tránsitos de algunos planetas sobre la superficie solar, para ello debemos consultar alguna página en Internet sobre “efemérides astronómicas”, que nos indicaran la fecha y hora del tránsito (el más espectacular de los últimos años fue el de Venus ocurrido el día 8 de junio de 2004, y volverá a suceder el día 6 de junio de 2012, por última vez en el siglo XXI, siendo visible el noreste de España al amanecer).


LA LUNA: Es el objeto estelar más brillante del cielo nocturno y es el único satélite de nuestro planeta, con un volumen 83 veces menor, estando separados por una distancia media de 384.400 km. La observación de la Luna con telescopio ofrece una visión espectacular de sus cráteres y mares, sobre todo cuando está en fase de llena. También se puede apreciar la sombra que proyectan las montañas sobre la superficie del satélite, sobre todo en la fase de menguante, mirando al “terminador” (línea que separa la zona iluminada de la oscura). Por lo que se refiere a los mares, son zonas más oscuras y relativamente llanas de la superficie lunar, entre los cuales está el Mar de la Tranquilidad, en el que supuestamente se posó el módulo lunar del Apolo XI el día 21 de julio de 1969 y dos astronautas descendieron a la superficie, pero yo particularmente tengo muchísimas dudas sobre la veracidad de esta gesta. Lo más espectacular de la superficie lunar son sin duda los cráteres, siendo el más  famoso de ellos el bautizado como Tycho, situado al sur del satélite y que presenta un gran sistema de radios que parten de él, siendo uno de los cráteres más jóvenes (se estima que se produjo hace unos 108 millones de años).



Tras hablar de los dos astros más prominentes, ahora pasaré a comentar mis observaciones sobre los planetas y estrellas. Parece obvio decirlo, pero aún hay muchas personas que desconocen que algunas de las estrellas más brillantes que se ven en el cielo son realmente planetas y son incapaces de distinguirlos. Yo intentaré sacarles de la ignorancia en este tema.

Lo primero que hay que decir es que el Sol, la Luna y todos los planetas se mueven describiendo una línea imaginaria por la misma franja de cielo, llamada “eclíptica”. Esa es la principal razón de que existan ocultaciones, tránsitos y eclipses. Este dato es muy importante para encontrar los planetas en el cielo nocturno a simple vista. Por ejemplo, si una noche de Luna, cerca del horizonte vemos a nuestro satélite acompañado de una estrella muy brillante, lo más probable es que sea Venus. Para saber la posición exacta de los planetas en cada momento, lo mejor es usar un programa informático, tales como “Cartes du Ciel” o “Stellarium”, ambos de muy fácil manejo. Una vez localizado un planeta o satélite, para asegurarse de no estar en un error, lo mejor es observar su posición durante varios días, para comprobar como ha cambiado de posición con respecto a las estrellas cercanas.

Otro dato a tener muy en cuenta es la magnitud de las estrellas y planetas. Podemos definir la magnitud como el brillo con el que se nos presentan las estrellas, siendo catalogadas en función de ese brillo. Las estrellas más brillantes en el cielo (excluidos los planetas) tendrían magnitud 0, las estrellas que aparecen con la mitad de brillo que las anteriores serían de magnitud 1, y así sucesivamente. A simple vista, en una zona sin iluminación artificial, podemos distinguir a simple vista objetos celestes de hasta magnitud 6. Esta escala se ha ido perfeccionando y ahora hay alguna estrella con magnitud negativa, como Sirio, la estrella más brillante del cielo, con magnitud -1’4; Vega tiene magnitud 0 y la Estrella Polar magnitud 3’6; por su parte la Luna llena tiene magnitud -12’5 y el Sol magnitud -26’8. Por lo que respecta a los planetas, Venus es el más brillante, con magnitud -4’4, Júpiter tiene magnitud -2, y el más alejado de nosotros, Neptuno tiene magnitud 7’8 (no es visible a simple vista).

Ahora relacionaré mis observaciones de todos los planetas del Sistema Solar, de Plutón (que ya no es considerado planeta, debido a su tamaño y lo poco ortodoxo de su órbita) y de algunos satélites y asteroides.


MERCURIO: El dios del comercio de los romanos, es el planeta más cercano al Sol, del que lo separan 58 millones de kilómetros, siendo a su vez el más pequeño, con un diámetro ecuatorial de 4.878 km. Aunque tiene una magnitud -1’9, su observación no es fácil, ya que sólo es visible poco antes de la salida o poco después de la puesta del Sol, siempre a poca altura sobre el horizonte. Visto con un telescopio se comprueba que tiene fases, como la Luna.


VENUS: La diosa del amor para los romanos. Pero lo que hay bajo las nubes del planeta dista mucho de ser un paraiso, porque aunque su tamaño es muy similar al de la Tierra, en su superficie la gravedad es 90 veces mayor que la terrestre y la temperatura alcanza los 470º. Por lo que se refiere a su atmósfera es totalmente irrespirable: allí no llueve agua, sino ácido sulfúrico. Venus es el objeto más brillante del cielo, tras el Sol y la Luna, con una magnitud de -4’4 y ese brillo le ha granjeado el sobrenombre de “Lucero del Alba” o “Lucero del Atardecer”, según sea visto en la madrugada o por la tarde. Visto con el telescopio, se pueden observar sus fases, tal como Mercurio, pero con más detalle.


MARTE: El dios de la guerra. Seguramente el nombre se lo asignaron por el color rojizo con el que se percibe desde la Tierra. Su diámetro es de 6.794 km (poco más de la mitad del terrestre), y en el periodo de mayor acercamiento a nosotros presenta una magnitud de -2’8. Visto con el telescopio se puede ver el casquete polar norte, así como sus famosos canales (que en realidad son unas franjas que cruzan el planeta, pero sin tener nada que ver con canalizaciones de agua de seres inteligentes). Si estudiamos su órbita durante un periodo prolongado, observaremos coma la línea imaginaria que recorre traza unos bucles (esto sucede con todos los planetas exteriores del sistema solar).

CINTURÓN DE ASTEROIDES: Está situado entre las órbitas de Marte y Júpiter y se cree que son los restos de un planeta destruido o que no llegó a consolidarse. Hay en total más de 2.000 y algunos de ellos tienen unas órbitas muy excéntricas que en ocasiones les llevan a acercarse a la Tierra, incluso originando un mínimo riesgo de colisión (que de producirse acabaría con la vida en nuestro planeta). En 1801 fue descubierto el más grande de ellos, llamado Ceres, que presenta un diámetro de 1.003 km y una magnitud  de 6’7. Otro asteroide de fácil visión con telescopio es Eros, con una magnitud de 8’6.


JÚPITER: El dios de dioses de los romanos. Es el planeta de los planetas, el más grande con diferencia del sistema solar, con un diámetro de 142.800 km. Se estima que si hubiera sido unas ocho o diez veces más grande se hubiera convertido en una estrella que brillaría con luz propia. Es incluso atrayente si se observa a simple vista, pero si se mira a través de un telescopio, se convierte en una de las escenas más gratificantes que nos brinda el cielo nocturno. Se pueden ver claramente las bandas de nubes de su atmósfera y la gran mancha roja situada bajo el ecuador del planeta. Pero la maravilla no queda ahí, sino que también son claramente visibles cuatro de sus satélites (Io, Europa, Ganimedes y Calixto), los que se pueden observar incluso con prismáticos.


SATURNO: Este planeta es el segundo en tamaño, presentando una magnitud de -0’24 y mirado a través del telescopio, su visión no desmerece en nada a la de su hermano mayor Júpiter. Saturno aparece rodeado por un espectacular anillo que, según va girando el planeta alrededor del Sol, la posición relativa con respecto a la Tierra va cambiando, presentándose ante nosotros en ocasiones casi de canto y en otras se puede apreciar claramente todo el ancho del anillo. Este gigante tiene la particularidad de poseer una densidad muy baja, tanto que flotaría en el agua. En cuanto a sus satélites, es claramente visible con telescopio Titán, la luna más grande del sistema solar, de magnitud 8’4; pudiéndose observar también con cierta nitidez Rhea, Tetis y Dione (los tres con magnitudes entre 10 y 11).



URANO: Este planeta tiene una magnitud de 5´6 y, por tanto, puede verse a simple vista como una estrella muy débil, lo que resulta lógico, ya que su distancia hasta la Tierra nunca es inferior a los 2.500 millones de kilómetros. A este punto luminoso no se le había prestado atención hasta que en 1781 fue descubierto por casualidad por Herschel, al encontrar un pequeño disco brillante entre un grupo de estrellas, observando que a lo largo de los días había cambiado de posición.



NEPTUNO: Tras el descubrimiento de Urano, se pudo comprobar que su órbita esta influida por la  fuerza gravitatoria de algún otro planeta desconocido. Finalmente, en 1846 desde el Observatorio de Berlín, fue localizado el planeta en la posición que los cálculos de los astrónomos indicaban; situado tan lejos del Sol, que tarda 165 años en completar una órbita. Este planeta, con una magnitud de 7’8, se puede observar sin dificultad con telescopio.


PLUTÓN: Es el dios del inframundo romano; y el nombre se ajusta a la realidad, ya que desde Plutón el Sol aparece como una pequeña estrella muy lejana que apenas ilumina el cielo, por lo que el planeta es oscuro y frío. El planeta fue descubierto en 1930, tras estudiar las perturbaciones de la órbita de Neptuno. Tras su descubrimiento, se le consideró el noveno planeta del sistema solar, pero hace unos pocos años, debido a su pequeño tamaño (menor que nuestra Luna) y la excentricidad de la órbita (que llega en ocasiones a invadir la de Neptuno), ha pasado a estar considerado en una nueva categoría de “planeta enano”, junto con Caronte y Ceres. La observación con telescopio de Plutón es difícil, porque nunca alcanza una magnitud superior a 13’8. Yo particularmente no estoy seguro de haberlo visto, porque con esas magnitudes y las escasas prestaciones de mi telescopio, no es fácil diferenciar los pequeñísimos puntos luminosos.


Para terminar este breve estudio del cielo nocturno, hablaré brevemente de galaxias, nebulosas, estrellas y cometas. Aquí aparece un nuevo concepto: el del año luz, es decir, la distancia que tarda la luz en recorrer un año, teniendo en cuenta que se desplaza a 300.000 kilómetros por segundo. A modo de ejemplo, diremos que la estrella más cercana a nosotros Alpha Centauri, está situada a 4’2 años luz.



VÍA LÁCTEA: Lo que conocemos como Vía Láctea (por su característico color lechoso)  “Camino de Santiago (por la dirección que parece apuntar hasta esa ciudad gallega) es en realidad el centro de nuestra galaxia. Allí se concentran las estrellas jóvenes en formación y las nubes de gas. Todos cuando hemos salido alguna vez al campo en una noche oscura nos hemos sorprendido con su visión, la cual lamentablemente se nos escapa en las ciudades. Un buen test sobre la calidad del cielo para su observación es que la Via Láctea sea claramente visible.


ANDRÓMEDA: Esta galaxia, también conocida como M-31, es la más cercana a la Vía Láctea, separada de nosotros unos 2.500 millones de años luz. Está situada en uno de los brazos de la constelación de Pegaso y es visible a simple vista como una pequeña mancha apenas iluminada. Vista con un telescopio aparece en todo su esplendor, como una gran mancha brillante de forma espiral, aunque no se llegan a distinguir las estrellas que la forman. Esta galaxia se acerca a nosotros a una velocidad de 300 km por segundo y se cree que dentro de 3.000 millones de años podría colisionar con la Vía Láctea.



GRAN NEBULOSA DE ORIÓN: También conocida como M-42. Está situada a 1.270 años luz de la Tierra y tiene un diámetro de 24 años luz. Es una de las nebulosas difusas más famosas que existen, estando compuesta por una acumulación de gas y polvo en colisión, con estrellas en formación. Está situada justo bajo el cinturón central de la constelación de Orión, con una magnitud 4, se puede apreciar a simple vista, convirtiéndose en un auténtico espectáculo visual su observación con telescopio.



ESTRELLA POLAR: Está situada siempre muy cerca del cenit (punto sobre la cabeza del observador) y marca la dirección Norte en dicho hemisferio. La mejor forma de encontrarla es localizar la Osa Mayor y fijándonos en las dos estrellas muy brillantes del extremo de la sartén, prolongar la distancia que las separa tres veces en linea recta hacia el centro del cielo, y encontraremos una débil estrella de magnitud 3’6, que a su vez es el extremo del rabo de la Osa Menor. Su distancia a la Tierra es de 431 años luz.



LAS PLÉYADES: Es un cúmulo estelar formado por estrellas jóvenes (formadas hace sólo 100 millones de años) situado en la constelación de Tauro, a 150 años luz de distancia de la Tierra. Este grupo es muy brillante (magnitud 1’6), formando un pequeño carro, y está acompañado de una importante cantidad de polvo estelar que indica que son un nido en el que están naciendo nuevas estrellas. A simple vista se pueden observar seis estrellas, aunque con telescopio la cifra sube de treinta.



ESTRELLAS DOBLES: Son estrellas que aparecen muy juntas en el cielo. En los verdaderos sistemas binarios las dos componentes giran una en torno a la otra. El caso más famoso y espectacular es el de Mizar, una de las estrellas que forman la Osa Mayor, que se observa como doble a simple vista, pero vista con un telescopio se puede apreciar que se trata de una estrella binaria y otra estrella próxima.


HALLEY: Es el cometa más famoso y hasta hace pocos años, se pensaba que el que se observaba de mayor tamaño desde la Tierra (hasta la llegada del Hale-Hop). El Halley pasa cada 76 años y su última visita fue en 1986 (entonces se imprimieron unas camisetas que decían “yo soy como el Cometa Halley, una experiencia única en tu vida”, muy en relación a lo difícil que es para una misma persona presenciar dos pasos del cometa).



HALE-BOPP: Este cometa fue descubierto por dos astrónomos aficionados a la vez, de los que ha recibido el nombre, y apareció de improviso en nuestro cielo en el año 1997 con una magnitud tal que eclipsó totalmente el recuerdo del Halley aparecido pocos años antes. El Hale Hop era claramente visible incluso desde ciudades iluminadas, con su gran cola extendida en dirección opuesta a la del Sol, superando en su periodo de máximo esplendor la magnitud 0, manteniéndose visible a simple vista durante 18 meses. Su periodo orbital es de 2.537 años.



Sólo me queda animaros a que salgáis al campo en una noche despejada y sin Luna, para que os maravilléis del espectáculo que supone la contemplación del manto estrellado sobre nuestras cabezas. Seguramente os surja la inquietud de profundizar un poco en su estudio. Si sucede así, este pequeño trabajo habrá merecido la pena. Yo soy un gran amante de las estrellas, pero también de las montañas; y creo que ambas aficiones tienen algo en común: la magnificencia de las distancias y tamaños, que nos hacen ser conscientes de nuestra pequeñez.


6 comentarios:

  1. Completamente de acuerdo en la última reflexión: montañas y estrellas son las culpables de muchas satisfacciones en mi vida. Y a menudo han ido juntas. Pocas cosas tan intensas como dormirte en la montaña mirando estrellas tras un dia de subidas por riscos escarpados.

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    1. En mi caso también son las responsables de muchas satisfacciones en mi vida (bueno en el caso de las montañas, también de algún susto sin mayores consecuencias, que me ha hecho amarlas aún más); porque como decía un epitafio que leí en un libro de Carl Sagan: "hemos amado demasiado a las estrellas como para temer a la noche".

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  2. Coincido con Manuel, pocas cosas hay más bellas que dormirte en la montaña bajo TODAS las estrellas que se contemplan desde lo alto...

    Muy buena esta publicación, Juan, en adelante miraré aún más alto ;-)

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    1. Mari, veo que los tres coincidimos en que la mezcla de montañas y estrellas es maravillosa, aunque vosotros dos me superáis en el detalle de haber dormido bajo el manto estrellado.
      Me alegro de que te haya gustado mi publicación y que cuando por la noche levantes la cabeza para mirar la silueta de una montaña, la eleves un poco más para ver ese mismo cielo que has tocado tantas veces desde las cimas.
      Un beso.

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  3. Hola Juan

    Realmente interesante y sobre todo didáctico tu artículo. Quería preguntarte tu opinión sobre alguno de los siguientes telescopios celestron. Estoy buscando alguno relativamente sencillo pero tampoco demasiado. Es para mi hijo, está realmente interesado en la astronomía y ya hace algún tiempo que me pide un telescopio pero la verdad es que yo no entiendo mucho. Gracias!!!

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    1. Hola Laura:
      Lo primero que quiero hacer es agradecerte que confies en mi para aconsejarte sobre telescopios. En la medida de mis limitados conocimientos, intentaré aconsejarte lo mejor posible. No te voy a decir que compres uno concreto, porque la relación calidad/precio la tienes que valorar tú misma; pero lo que si puedo es orientarte un poco: puedes optar entre el telescopio refractor que tenga una abertura mínima de 60mm (como el mío) o un refractor con una abertura mínima de 150 mm. En cuanto a la montura, mejor que sea ecuatorial, ya que facilita mucho la observación; aunque si la diferencia de precio es mucha, con una acimutal (como la del mío) también se pueden hacer buenas observaciones. Espero haberte ayudado. Un saludo.

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