Estoy
seguro que casi ninguna de las personas que lea este artículo sabría de
antemano responder a la pregunta del título. Yo hasta hace dos meses tampoco.
Lo
que si sabemos casi todos es que hace 65 millones de años los dinosaurios
desaparecieron por culpa de un meteorito que cayó sobre la Tierra , lo que ocasionó incendios por todo el planeta, elevándose a la atmósfera el polvo producido por el impacto y las cenizas ocasionadas por los incendios,
ocultándo el sol durante varios años, interrumpiéndose la fotosíntesis de las
plantas, lo que ocasionó primero la extinción de gran parte de ellas, seguida
por la de los animales herbívoros y después los carnívoros, estimándose que se
acabó con el 75% de la vida en la
Tierra.
Pero,
¿cómo se llegó a la conclusión de que un meteorito fue el causante de esa
desaparición en cadena de casi toda la vida sobre el planeta?. A finales de los
años setenta, un geólogo estadounidense de origen español, llamado Walter Álvarez, y su padre, observaron
que en los estratos arcillosos que marcaban el paso del Cretácico (último
periodo del Mesozoico) al Paleógeno (primer periodo de la Era Terciaria ) había
una abundancia inusual de iridio. Este elemento químico es muy escaso en la Tierra , pero es abundante
en los asteroides (con una concentración varios cientos de veces superior a la
de la corteza terrestre), por lo que formularon la llamada Hipótesis de Álvarez, según la cual hace 65,5 millones de años un
asteroide de 10 km
de diámetro chocó contra la
Tierra en la
Península del Yucatán, generando un cráter de 170 km de diámetro y que es
todavía detectable en imágenes de los satélites artificiales.
La
capa arcillosa que marca el paso del Cretácico (que en alemán empieza por K),
al Terciario, es la conocida como Límite
KT y se puede ver en muy pocos puntos del planeta (los principales son solo
27), siendo más gruesa cuanto más nos acercamos al punto del impacto del
meteorito. Esa capa arcillosa contiene los restos vaporizados del meteorito,
además de microesferas de vidrio llamadas microtécticas, que se forman por el calor y presiones
extremas que solo se producen por impactos de meteoritos y explosiones nucleares.
En España tenemos la suerte de poseer cuatro de esos enclaves en los que la capa
es visible, situados en los términos municipales de Agost (Alicante), Caravaca
de la Cruz
(Murcia), Sopelana (Vizcaya) y Zumaya (Guipúzcoa).
Límite KT en Agost, con el Maigmó al fondo. |
Acompañado
de Jesús, el día 7 de noviembre de 2014 fui hasta el término de Agost
para ver in situ el afloramiento de la capa. El punto concreto está situado
entre los kilómetros 8 y 9 de la carretera CV-827, a media altura en el
talud formado al trazar una curva en la carretera.
La
capa arcillosa en la que se enmarca el Límite
KT es claramente visible, teniendo un grosor de unos tres centímetros y un
color grisáceo que destaca sobre los estratos de roca que la delimitan.
Primer plano de la capa arcillosa que contiene el Límite KT. |
Estando
allí, contemplando la capa, pude imaginar el caos de fuego, polvo y cenizas, el
pánico entre los gigantescos dinosaurios, los años de oscuridad y finalmente,
el primer día en que el sol volvió a brillar sobre un terreno abrasado,
cubierto por una capa de arcilla parduzca que cubría toda la superficie
terrestre y sobre el que casi no había vida.
Y cuando nos hubimos recreado lo suficiente, nos encaminamos hacia el cercano Maigmó, montaña señera de la provincia de Alicante, a la que ascendimos, teniendo que afrontar una pendiente de infarto y una trepadilla algo aérea en el tramo final que nos puso los pelos de punta y supuso la guinda para que a la excursión no le faltara de nada.