Hace poco, mientras realizaba una ruta por nuestra España,
me vino a la mente la pregunta de por qué motivo había empezado con la dinámica
de mi excursión semanal y si esa motivación original se mantenía ahora o había
variado.
Recuerdo que el inicio de mis rutas coincidió con un momento
en el que el ambiente laboral en el que me desenvolvía no era el ideal y
seguramente eso me influyó para buscarme una vía de escape en la montaña, que
para los que no saben lo que supone, les diré que no hay nada más relajante que
marcarse una buena ruta montañera, llegar agotado a la cumbre, respirar el aire
fresco, disfrutar de las espléndidas vistas, volver a machacarse las rodillas
en el descenso, llegar a casa y quedarse dormido en el sofá; para un rato más
tarde despertar ligeramente descansado y empezar a ver las fotos de la excursión,
empezando ya a vislumbrar la siguiente.
Con el paso del tiempo ese ambiente laboral mejoró
considerablemente, hasta poder decir que hoy en día me gusta ir a trabajar,
pero lo que también se ha incrementado el deseo de realizar nuevas rutas por
cualquier región española (no es que no quiera realizar excursiones por el
extranjero, pero el presupuesto no da para tanto). La lógica diría que al
desaparecer el motivo de tensión, deberían haber remitido los deseos de
evadirme, pero en esta historia aparece un factor decisivo: el afán por
conquistar y descubrir, que cada día estoy más convencido de que es innato en
el ser humano y una vez que se manifiesta ya no se le puede poner freno.
Hay sensaciones que han quedado grabadas en mi mente y que
marcan en parte mi personalidad desde aquel día que alcancé por primera vez la
cima del Rocigalgo. Poco después fue la Plaza del Moro Almanzor, luego vino la
morada eterna de Muley Hacén, incluso organicé una visita turística a Canarias
con el único fin de fotografiarme sentado sobre el punto más alto de España. Claro
que la montaña es peligrosa y no siempre todo sale bien, especialmente cuando
no se lleva el debido cuidado, por lo que he tenido algún pequeño tropiezo que
me llevó a retirarme temporalmente de ella en los Picos de Europa, hasta que
volví trece meses después para conquistar el pico Almenaras.
El Rocigalgo ( 1 444 m) fue el primer techo provincial que conquisté. Ahora van 41. |
Hablando del acompañamiento, aunque la mayor parte de mis
excursiones las he realizado en solitario, las que más he disfrutado han sido
las que he realizado acompañado de otras personas, de las que no quiero citar
los nombres porque seguro que me olvido de alguna y sería imperdonable.
Prefiero recordar los momentos mágicos vividos en esas excursiones, incluido algún
pequeño contratiempo que se solventó con la ayuda de mis acompañantes, porque
esos gestos tampoco se pueden olvidar. También es digna de elogio la
colaboración prestada por amigos y compañeros en la preparación de alguna de
las rutas o aportándome datos sobre emplazamientos que desconocía.
No sólo la montaña ha acaparado mi interés, sino que de vez
en cuando he dirigido mis pasos hasta minas abandonadas, entre las que no puedo
dejar de citar la de oro de La Nava de Ricomalillo o la de wolframio de
Navasfrías (a raíz de cuya visita publiqué un vídeo y una persona que trabajó
en la mina realizó comentarios al mismo), castillos, iglesias y, sobre todo,
monumentos romanos, apartado en el que es obligatorio que hable del acueducto
de la Peña Cortada o la ciudad de Baelo Claudia.
Quizá la faceta más importante de mis excursiones, sea el
afán de encontrar lugares con algún récord a nivel nacional, europeo o mundial,
de los que llevo visitados unos pocos y están recogidos en un álbum de fotos
que va nutriéndose semana a semana de nuevas conquistas. Todos esos récords me
han hecho ilusión, pero si tengo que elegir uno en particular no dudo en
señalar la mina de cobre Las Cruces, que constituye el punto más bajo de España
en superficie, sobre el cual no había ninguna referencia escrita en Internet.
Al surgir el tema de los álbumes de fotos, me es obligado
hablar del “Saluda a JuanBau”, que es el que elaboro con más cariño, sobre todo
por que contiene los saludos que generosamente han ido realizando muchas de las
personas que me conocen, y algunas que no, lo que aún es más loable.
Alguno puede decir que vaya rollo que me he marcado y que no
existe ninguna relación con el título del artículo y no le faltaría razón. Pues
bien, en estos tiempos en los que he perdido más de un 30 % de poder
adquisitivo, prefiero pensar en hollar cimas, seguir buscando tesoros y lugares
con récords, a ser posible en buena compañía, porque esta vida son cuatro días
y hay que vivirla a cada momento, sin esperar el premio que tendremos en el más
allá (que dudo que exista), o en el más acá en el que en lugar de premios lo
único que tenemos son impuestos que no siempre se han empleado en beneficio de
toda la sociedad. Ahora algún gobernante nos quiere vender la moto de que va a
haber una bajada de impuestos como premio a los sacrificios que hemos tenido
que aceptar a la fuerza, pero en la práctica esa reducción va a tener una
repercusión mínima sobre mi economía y la sangría de cuartos más que mitigarse
continua aumentando camuflada bajo el nombre de mil y un impuestos, tasas,
contribuciones, y demás exacciones.